La exposición permite rastrear el desarrollo del género paisajístico en las culturas de diferentes países y muestra su importancia como reflejo de la identidad nacional y los ideales estéticos.
La pintura de paisaje es una expresión de amor a la naturaleza, la maestría de transmitir su belleza, un instrumento sutil con el que se puede explorar la cultura y las tradiciones. Cada cuadro es una ventana al mundo. El espectador, viajando por estas "ventanas", descubre un lenguaje visual que habla de valores e ideales, de las peculiaridades de la vida social y de las visiones filosóficas de diferentes épocas.
Los primeros paisajes datan del Neolítico, cuando la gente ya dibujaba convencionalmente el cielo y la tierra, como se puede ver en los frescos del Antiguo Egipto y la Antigüedad. El interés por el paisaje comienza a desarrollarse en el Renacimiento Temprano, en el siglo XV. Como género pictórico, ha recorrido un largo camino desde un elemento secundario de las obras religiosas e históricas hasta convertirse en una forma de arte independiente.
En la exposición se presentan obras del siglo XVII, como "Paisaje con vacas" de Albert Cuyp y "Paisaje invernal" de un maestro desconocido. Demuestran la capacidad de los autores para capturar no solo los rasgos externos reconocibles de la naturaleza, sino también para transmitir la atmósfera de sus estados de transición, la profundidad del espacio, el juego de luces y sombras. Los maestros holandeses se centraron en la representación veraz del campo sencillo, los animales y los motivos naturales típicos de la región, lo que se convirtió en una nueva etapa en la historia del arte.
La pintura de paisaje alemana está representada por artistas-investigadores que capturaron cadenas montañosas, paisajes forestales y elementos arquitectónicos, llenos de significados románticos y simbólicos. Obras de autores desconocidos, como "Paisaje de montaña" (presumiblemente de Anton Feistenberger), indican la complejidad y diversidad de la tradición alemana en la transmisión de la naturaleza.
La Italia del siglo XVIII se puede ver en la veduta "Paisaje arquitectónico" de Francesco Battaglioli, donde el autor crea una imagen elevada de una hermosa ciudad, centrando la atención, en primer lugar, en la arquitectura. La veduta es un tipo de género paisajístico que se formó en la pintura veneciana. Estuvo muy extendida en el siglo XVIII y es un cuadro con una representación detallada del paisaje urbano cotidiano y de los famosos monumentos de la arquitectura.
La escuela francesa en la exposición muestra las diferentes etapas del desarrollo del género. Entre las obras que reflejan las búsquedas estéticas del siglo XIX, un lugar especial lo ocupa la obra "Orilla del Nilo" de Prosper Marilhat, que transmite una sensación romántica de exotismo de países lejanos. "Tormenta en el mar" de Gudin Théodore presenta un paisaje marino, que se extendió ampliamente en la era del romanticismo. También son significativas las pinturas de Jean-Baptiste Camille Corot "Paisaje con lago" y "Día tormentoso en Pas-de-Calais". La naturaleza en ellos aparece no solo como un objeto de representación, sino también como una fuente de estado de ánimo. Los artistas de la escuela de Barbizon, a la que pertenecía Corot, se esforzaron por capturar los estados más sutiles del medio ambiente: el movimiento del viento, la variabilidad de la luz, la fluidez de las nubes. Sus obras destacan por su suavidad y lirismo, que se contraponen al rigor académico del clasicismo o a la tensión emocional del arte romántico.
La escuela rusa de paisaje ocupa un lugar especial en la exposición. Aquí se presentan obras de maestros como Ivan Aivazovsky, Sócrates Vorobyov, Vladimir Orlovsky, Alexei Bogolyubov, Lev Lagorio y otros. El camino del paisaje pictórico ruso reflejó un cambio en la cosmovisión y el estado de ánimo de la sociedad: desde el racionalismo clasicista, con su grandeza natural modélica y armoniosa, pasando por el romanticismo, que vio en el mundo circundante un espejo de los sentimientos y emociones humanos, hasta el realismo, que dirigió la experiencia de sus predecesores hacia la comprensión de la realidad.