
El estreno de la ópera Rigoletto de Giuseppe Verdi en el teatro “Astana Ópera” se ha convertido en uno de los eventos culturales más destacados del otoño en la capital. La producción, realizada con el apoyo del Ministerio de Cultura e Información de la República de Kazajistán y dirigida por el francés Arnaud Bernard, conmovió al público por su ambición artística, su intensidad emocional y la brillantez de su interpretación.
El solista principal del teatro, artista emérito de Kazajistán y director del grupo de ópera, Talgat Musabayev, ofreció una interpretación excepcional del personaje de Rigoletto. El cantante subrayó que este papel es uno de los más profundos y emocionalmente desafiantes de su carrera:
“Es un papel que no solo te hace descubrir al personaje, sino también a ti mismo”.
En una entrevista con Qazaq Culture, Musabayev compartió los detalles de los preparativos, habló de la búsqueda de la verdad interior del personaje y de cómo el equipo del teatro se esforzó por crear un espacio escénico lleno de sinceridad y emoción. También reveló los futuros proyectos internacionales del teatro, que marcarán una nueva etapa en el desarrollo de la escuela operística kazaja.
Arnaud Bernard, conocido por su puesta en escena de El elixir de amor de Donizetti, presentó Rigoletto con un enfoque minimalista: escenografía sencilla, tonos suaves y estructuras metálicas que crean un mundo cerrado en el que cada personaje se enfrenta a su destino. El final, con tormenta y pantano, simboliza la catástrofe y la purificación, invitando al público a reflexionar sobre el precio del amor y la traición.
Bernard rompe los límites de la ópera clásica, mostrando personajes vivos y reales que aman, sufren y luchan consigo mismos. Rigoletto no es solo un bufón sarcástico, sino también un padre torturado; Gilda no es una víctima, sino una joven capaz de sacrificarse por amor; y el duque de Mantua convierte el encanto en su arma.
En la interpretación de Musabayev, Rigoletto se convierte en un personaje complejo y profundo: un padre orgulloso y sarcástico, pero con un alma desgarrada por el amor y la culpa. Su aria “Cortigiani, vil razza dannata” se convierte en el clímax emocional de toda la representación.
“Para mí, Rigoletto no es un personaje grotesco, sino un padre que lucha desesperadamente por su hija y por el derecho a ser escuchado. Cada palabra suya está llena de dolor, cada movimiento es auténtico”, dijo Musabayev tras el estreno.
Durante un mes de preparación se confeccionaron más de 300 trajes; el equipo técnico creó una escenografía compleja y efectos de iluminación precisos. Bajo la batuta de Airan Buribayev, la orquesta logró revelar toda la riqueza emocional de la partitura de Verdi.
Las sopranos Yuliya Zasimova, Saltanat Akhmetova y Laila Alamanova brillaron en el papel de Gilda, mientras que Zhan Tapin y Artur Gabdiev ofrecieron interpretaciones carismáticas del duque de Mantua.
El diseño escénico de Riccardo Massironi y el vestuario de Anna Wierde reforzaron la tensión emocional de la obra. La escenografía minimalista combinada con trajes de época subrayó la atemporalidad de los temas: el amor, el poder, la pasión y el honor.
Los aplausos del público no cesaron durante varios minutos. Fue una velada intensa, llena de sinceridad y belleza.
Musabayev concluyó diciendo que el teatro se prepara para nuevos proyectos, incluyendo giras internacionales y estrenos que continuarán consolidando el prestigio del “Astana Ópera” como símbolo del arte nacional kazajo.