La etnocultura en Kazajistán está experimentando un verdadero renacimiento. Si hace diez años, el interés por los juegos tradicionales, la artesanía o la música nacional se consideraba una afición de nicho, ahora los eventos étnicos se están convirtiendo en una tendencia cultural de masas. Unen a diferentes generaciones, fortalecen la identidad nacional y hacen que la cultura kazaja sea reconocida en el extranjero. El interés por la vestimenta étnica, la gastronomía nacional y las figuras que desarrollan y muestran la cultura étnica también está creciendo.
De afición de nicho a tendencia de masas
Según los medios de comunicación nacionales, en tan solo tres meses de 2025, los kazajos gastaron 31.500 millones de tenge en ocio, arte y creatividad. Una parte significativa de este gasto se destinó a formatos etnoculturales: festivales, talleres, conciertos y ferias. Los festivales "Ethnoauyl", "Uly Dala Ruhy", los Juegos Nómadas Mundiales (WNG) o las festividades regionales reúnen a decenas de miles de participantes. Aquí puedes ver competiciones deportivas: kokpar, audaryspak, asyk atu y probar suerte con la artesanía, desde la cerámica hasta el kurak korpe. Lo principal es la oportunidad de "vivir" la tradición y no ser un espectador pasivo.
Los etnofestivales del siglo XXI no son solo canciones y juegos ancestrales. Son una síntesis del pasado y el presente. Los rituales antiguos coexisten con reconstrucciones de realidad virtual de campamentos nómadas, y la música electrónica se combina orgánicamente con el dombra.
"Mis hijos disfrutan asistiendo a estos festivales y luego compartimos nuestras impresiones en la mesa familiar", comparte Ablai Nurkenov, residente de Astaná. Para muchos, esto no son solo unas vacaciones, sino una forma de fortalecer los lazos familiares y culturales.
El estilo étnico como estilo de vida
Una tendencia aparte es el creciente interés por el estilo étnico. Jóvenes diseñadores abren salas de exposición, crean marcas inspiradas en adornos nacionales y la ropa étnica se convierte en parte del vestuario diario. En este contexto, la artesanía deja de ser una artesanía turística para convertirse en un producto competitivo.
Los eventos étnicos atraen cada vez más visitantes extranjeros. Para un turista, participar en asyqatu o presenciar kokpar es una experiencia única en el mundo.
Solo en los 5.º Juegos Nómadas Mundiales de 2024, Astaná acogió:
más de 100.000 espectadores de todo el mundo;
hasta 3.000 atletas de entre 89 y 100 países;
más de 100 programas culturales en la aldea étnica Universo de los Nómadas;
una conferencia internacional con la participación de delegados de 12 países.
Es gratificante que la cultura kazaja se promueva activamente más allá de las fronteras del país: el pabellón Jerūiyq en la Bienal de Venecia recibió la visita de unas 98.000 personas, y la exposición "Tesoros de la Gran Estepa" en París causó sensación entre el público europeo. En 2024, Kazajistán en su conjunto recibió cerca de 15 millones de turistas extranjeros, y una parte significativa de ellos vino específicamente por la "cultura viva de la estepa".
Hoy en día, los etnofestivales han dejado de ser eventos de nicho para los amantes de la antigüedad. Se están integrando con fuerza en la conciencia colectiva, convirtiéndose en un estilo de vida, en la educación e incluso en la economía.
La etnocultura no es solo un espectáculo, sino también una experiencia. En los etnofestivales, no solo se puede observar, sino también participar: probar suerte en los juegos nacionales, dominar una artesanía o crear un producto propio. Este formato involucra y da vida a la cultura.
Además, la era digital ha impulsado la expansión. TikTok e Instagram han convertido la etnocultura en una tendencia viral. Vídeos cortos con dombra, danzas o trajes nacionales obtienen millones de visualizaciones, abriendo Kazajistán a una audiencia global.
Los expertos señalan que los etnofestivales se están convirtiendo en "libros de texto de historia viva". Para escolares y estudiantes, proporcionan lo que falta en los párrafos áridos: tocar la cultura con las manos, los ojos y el oído. Según ellos, existen tres niveles de resurgimiento cultural: social, cuando la etnocultura fortalece el sentido de comunidad en un país multinacional; económico, donde la artesanía, las marcas étnicas y la gastronomía se convierten en un producto codiciado; e internacional, cuando Kazajistán configura la imagen de un país donde la modernidad se combina armoniosamente con una profunda tradición. Al mismo tiempo, es importante comprender que los eventos étnicos en Kazajistán hoy en día no son solo celebraciones festivas. Se trata de un diálogo entre el pasado y el futuro, un espacio donde el código cultural no desaparece, sino que se transforma en un recurso para el desarrollo. Cuanto más activamente apoyen este formato las iniciativas estatales, empresariales y públicas, con mayor seguridad Kazajistán se proclamará como un país donde la tradición da origen al futuro.