Zhamal Omarova es una voz que permaneció para siempre en los corazones de las personas. Una voz que te pone la piel de gallina, que llama a las vastas estepas kazajas, llenando el alma de calidez y ligera tristeza. Ella no solo cantaba: contaba historias, transmitía en cada nota orgullo por su pueblo y amor por su tierra natal.
Ella nació en 1912, en la estación Kaufmanskaya, en la familia de un rico propietario de una fábrica, que luego fue desposeído. La vida la puso a prueba desde la infancia, pero Zhamal no se quebró; al contrario, se templó. Su talento surgió temprano: cuando aún era una colegiala, Atrajo la atención de Kurmanbek Dzhandarbekov. En 1925 participó en los Juegos Olímpicos Infantiles de Asia Central en Tashkent e inmediatamente ganó el Gran Premio. A partir de ese momento, su destino estuvo predeterminado: música, escenario, gran cariño del público.
En 1934 se mudó a Alma-Ata, comenzó a trabajar en la radio kazaja, actuó en el escenario del teatro, interpretó papeles en Kyz-Zhibek, Shuga y Aiman-Sholpan. Pero la verdadera fama llegó a ella en 1936, cuando fue a la Primera Década del Arte Kazajo en Moscú. Su voz se extendió por el escenario del Teatro Bolshoi y el público se quedó helado. Las canciones populares que interpretó sonaban tan conmovedoras que el público pidió repetirlas, y cantó para un bis, y luego otra y otra vez. otra vez.
A partir de ese momento, Zhamal Omarova se convirtió en una de las cantantes más queridas de Kazajstán. En 1939 obtuvo un premio en el Concurso de toda la Unión de Artistas Pop en Moscú, en 1940 se convirtió en Artista de Honor de la República Socialista Soviética de Kazajstán y, en 1943, en Artista del Pueblo.
Durante la guerra, actuó para los soldados, cantó en el líneas del frente y elevó la moral de los soldados. Su voz sonó en refugios, hospitales, barcos. En el crucero Kalinin, los combatientes escucharon la canción “Karatorgai” tres veces seguidas: penetró profundamente en el alma.
Después de la guerra, su trabajo siguió brillando. Giras por toda la Unión Soviética, conciertos en China y Mongolia, cientos de canciones grabadas. Su repertorio incluía más de doscientas composiciones en quince idiomas. Fue su voz la que interpretó por primera vez la legendaria canción “Menin in Kazakhstan”, que años después se convirtió en el Himno Nacional.
Zhamal Omarova no era sólo una cantante, era un símbolo de toda una época. Su voz sonaba en todos los En casa, sus canciones se sabían de memoria, sus conciertos se agotaron. Y aún hoy, décadas después, su interpretación toca el corazón, nos hace recordar algo importante, querido, eterno.