Zhusupbek Elebekov es un destacado cantante kazajo que dedicó su vida a la preservación y popularización del arte vocal popular. Su voz única, su interpretación profunda y su interpretación conmovedora lo convirtieron en una leyenda del Música kazaja.
Nacido en 1904. En la región de Karagandá, estuvo rodeado de canciones y tradiciones populares desde la infancia. Convirtiéndose en alumno de grandes maestros, absorbió los mejores ejemplos del arte vocal kazajo. El repertorio de Elebekov incluía obras de artistas populares famosos. compositores Segiz-sere, Birzhan-sala, Akhana-sere, Madi, Ibrai y otros. Gracias a él, estas canciones adquirieron una forma perfecta y se transmitieron a las nuevas generaciones.
Amre Kashaubaev, uno de los primeros intérpretes de música kazaja en el escenario mundial, dijo:
"No conozco a ningún cantante moderno que interprete obras folklóricas tan magníficamente style="white-space: pre-wrap;"> like ¡Zhusupbek!"
Desde 1931, Elebekov comenzó a actuar en el escenario del teatro y ya en 1933 se convirtió en solista del Teatro Musical de Kazajstán (ahora Académico Estatal de Ópera y Ballet). Teatro que lleva el nombre de Abai). Sus imágenes conmovedoras en las representaciones “Kyz-Zhibek”, “Aiman – Sholpan” y “Enlik-Kebek” entraron en el fondo de oro del arte kazajo.
En 1942, recibió el título de Artista del Pueblo de la República Socialista Soviética de Kazajstán y sus servicios fueron reconocidos con los más altos premios estatales, incluida la Orden de Lenin y el Premio Estatal de la República Socialista Soviética de Kazajstán.
Zhusupbek Elebekov no sólo fue un artista, sino también un maestro. En los años 1967-1977, enseñó canto folklórico, formando una nueva generación de cantantes. son estrellas de la escena kazaja como Kairat Baybosynov y Zhanibek Karmenov.
El recuerdo del gran artista está vivo. Desde 1994 se celebra un concurso en su nombre en la región de Karaganda, y en Almaty lleva su nombre una escuela de circo, cerca de la cual se erigió un monumento en 2011.
Zhusupbek Elebekov dejó un rico legado y su voz seguirá siendo para siempre parte de la historia del arte kazajo.