La cultura mundial cuenta con miles de formas de danza, cada una portadora de la memoria de su pueblo: desde el apasionado sambo brasileño hasta las majestuosas danzas cortesanas chinas.
Kazajstán ocupa un lugar especial en esta categoría con su rico patrimonio coreográfico: movimientos folclóricos, danzas cotidianas y vibrantes producciones escénicas que reflejan la historia y el carácter de los pueblos esteparios.
La danza en Kazajistán ha sido durante mucho tiempo más que un simple entretenimiento, sino una forma de contar historias del pasado, expresar el mundo interior y transmitir el ritmo de la vida nómada. A través del movimiento, se transmitían el carácter, el estado de ánimo e incluso la filosofía de los kazajos. Por ello, la coreografía nacional siempre ha sido más que un simple arte escénico: es una forma de autoexpresión y memoria cultural.
Hoy en día, este patrimonio sigue resonando con especial fuerza en el escenario del legendario Conjunto Estatal de Danza Saltanat, que este año celebra su 70.º aniversario. A lo largo de las décadas, el conjunto se ha convertido en un referente del arte kazajo, demostrando al mundo no solo la belleza del movimiento, sino también la profundidad del alma nacional. Junto a conjuntos de renombre como "Saltanat", el legendario "Gulder" y el conjunto de canto y danza "Birlik", aparecen nuevos nombres en el panorama cultural del país: por ejemplo, el conjunto "Altai" del óblast de Kazajistán Oriental, que lleva cinco años conservando el patrimonio cultural e incorporando sonidos contemporáneos a su repertorio.
Decidimos conversar con el director artístico del conjunto, Timur Kozhakhmetov, sobre la verdadera historia de la coreografía nacional. Según él, la verdadera misión de los conjuntos étnicos es simple: unir el patrimonio cultural de los diferentes pueblos que viven en Kazajistán a través de la música y la danza.
Existen más de 30 o 40 tipos de danzas nacionales kazajas, pero Kozhakhmetov cree que la profundidad de la cultura kazaja se revela de forma especialmente vívida en la danza "Kamazhai", donde cada gesto, cada giro de la cabeza, encierra tradiciones centenarias.
El equipo editorial de Qazaq Culture también preguntó al experto sobre la danza "Kara Zhorga", que se ha convertido en tema de debate cultural y exploración simbólica. ¿Es esta danza realmente única y cuál es su origen? Lea sobre esto y mucho más en la entrevista a continuación.
Tamur, Kazajistán, está experimentando actualmente un auténtico auge cultural, y la cuestión de los orígenes y la preservación de las danzas nacionales está alcanzando el nivel nacional.
Su conjunto, "Altai", se ha incorporado recientemente a la vida cultural de Kazajistán. ¿Cuál es su misión como director artístico? ¿A qué retos se enfrenta hoy?
Sí, así es. El conjunto "Altai" tiene solo cinco años; para los estándares escénicos, aún somos jóvenes. Yo mismo formé el grupo, y hoy es el único conjunto en el este de Kazajistán que interpreta danza folclórica. En una región con un público predominantemente multinacional, era especialmente importante para mí mostrar la belleza y la profundidad de la coreografía kazaja. Desde el principio, nos hicimos un nombre: ganamos el Concurso Shara Zhienkulova en nuestra primera presentación y recibimos el Premio Nacional Umai. Pero para mí, los premios son simplemente la confirmación de que vamos por buen camino.
Mi principal misión es preservar el patrimonio cultural y, al mismo tiempo, desarrollar la danza moderna kazaja. Quiero que los artistas del conjunto tengan visiones diversas, que sean capaces de explorar nuevas ideas y que no tengan miedo de experimentar. Nunca me baso en el repertorio de otros; creo cada pieza yo mismo, y considero que esto es la fuente de nuestra singularidad.
Entendemos que la coreografía nacional forma parte de una estrategia cultural más amplia del estado, destinada a preservar el patrimonio y promover la identidad kazaja. ¿Es difícil preservar las tradiciones y desarrollar la cultura étnica en la realidad actual? ¿Cuál es la situación en la región? Estoy seguro de que todo depende del director: él determina cómo se sentirá el artista con el material y cómo lo percibirá el público. Para nosotros, el público es como un cliente, y es imposible engañarlo. Si una producción es realmente impactante, resuena de inmediato. Al trabajar en una danza, siempre estudio el contexto histórico e intento transmitírselo a los bailarines. Por ejemplo, en la cultura kazaja, las mujeres han sido tradicionalmente consideradas modestas y tímidas, y es importante reflejar esta característica en los movimientos, el lenguaje corporal y la imagen. Mi tarea es ayudar al bailarín a sumergirse en el papel para que la escena se convierta no solo en una danza, sino en una pequeña historia contada a través del movimiento. Por supuesto, quienes se interesan por las danzas folclóricas entienden que el desarrollo de la cultura étnica preserva el código cultural de una nación.
Y, sin embargo, debe ser difícil dirigir un conjunto que apenas está comenzando a hacerse un nombre. Por ejemplo, el conjunto de canto y danza "Birlik": en menos de dos años, han presentado un repertorio impresionante, que incluye danzas kazajas, rusas, uzbekas, tártaras, kirguisas y tayikas, así como coreografía neokazaja. ¿Cuáles fueron los principales retos a los que se enfrentaron al crear este conjunto étnico?
- Lo más desafiante para mí es trabajar con nuevos artistas. Cada vez, es como el trabajo de un alfarero: empiezas a moldear a una persona hasta convertirla en una obra de arte, moldeándola como una personalidad en el escenario. Por supuesto, no siempre hay suficiente vestuario y surgen dificultades económicas; es algo normal en nuestra realidad. Pero formar y nutrir a los artistas es mi responsabilidad directa. Es importante que no solo aparezcan en el escenario, sino que se conviertan en parte del conjunto, sientan el equipo y vivan su espíritu.
A través de estos esfuerzos colaborativos, los artistas comienzan a comprender que la danza no es solo un conjunto de movimientos, sino la historia viva de un pueblo. En cada actuación, nos esforzamos por transmitir no solo la estética, sino también el carácter, la atmósfera y la tradición. Y aquí es imposible no mencionar "Kara Zhorga", una danza que sigue generando controversia y se ha convertido en un símbolo de la identidad kazaja.
Sí, ¿podría decirnos qué hace única a esta danza?
- Esta es, por supuesto, mi opinión personal, pero no puedo considerar "Kara Zhorga" una danza completa en la forma en que se interpreta con mayor frecuencia hoy en día. Está llena de convenciones: se canta sobre un "caballo negro", los hombros de las chicas meciéndose al ritmo, los mismos movimientos repetitivos. Para mí, se acerca más a un formato callejero que a una obra de teatro. Sin embargo, la singularidad de la coreografía kazaja no se limita a "Kara Zhorga". Hay actuaciones que reflejan verdaderamente la profundidad de nuestra cultura. Por ejemplo, "Kamazhai", en mi opinión, es una auténtica seña de identidad del pueblo kazajo, que combina carácter, ternura e historia en una sola imagen artística. De nuevo, esta es mi opinión puramente personal.
Entonces, ¿las raíces de esta danza no provienen de Kazajistán?
- Puede que me equivoque —después de todo, no soy historiador—, pero que yo sepa, "Kara Zhorga" nos llegó desde China. Su movimiento y vocabulario recuerdan mucho a las danzas folclóricas chinas: no hay giros ni base coreográfica; los movimientos se reducen principalmente al balanceo de hombros y a una serie repetitiva de elementos. Desde un punto de vista profesional, no se puede considerar una danza completa en el sentido académico.
Puede que la generación mayor aún perciba "Kara Zhorga" como un símbolo, pero para la generación más joven, suele ser menos identificable. Al fin y al cabo, la nueva generación busca más profundidad, variedad y vínculos con la tradición. En este sentido, producciones como "Kamazhai" son mucho más expresivas: presentan movimientos que reflejan el carácter nacional: el trenzado del cabello, la mirada en el espejo, la feminidad y la belleza contenida. Estos detalles transmiten un código cultural, mientras que "Kara Zhorga", en mi opinión, no encaja del todo con la imagen de una "danza de la gran estepa". Desde una perspectiva coreográfica profesional, prestaría más atención a este tipo de producciones.
Asistimos a un nuevo amanecer para el grupo creativo "Gulder". Una nueva generación de bailarines, bajo la guía de coreógrafos y directores experimentados, ha restaurado el "fondo dorado" del conjunto, preservando producciones tan icónicas como "Bipyl" y "Asatayak". Jóvenes solistas ya están ganando premios internacionales en Alemania, Letonia y Estados Unidos, lo que demuestra que la escuela de danza kazaja es competitiva a nivel mundial. ¿Qué nuevas ideas y elementos se esfuerza por introducir en sus producciones actuales? La autenticidad kazaja siempre ha sido mi base. Nuestro repertorio incluye piezas como "Kiyzbasu" y "Buyn Bi", verdaderas obras maestras de la cultura nacional. Al mismo tiempo, nos esforzamos por mantenernos vigentes: el conjunto viajará pronto a China para un festival, e interpretaremos "Kara Zhorga" como uno de nuestros números. Pero incluso en esta danza, he realizado algunos cambios: he dado a la imagen de la chica un toque más modesto, más cercano a nuestros conceptos tradicionales. Para mí es importante preservar la singularidad del pueblo kazajo, incorporando a la vez técnicas coreográficas modernas para asegurar que la danza tenga una repercusión vívida y cercana en el público actual.
Considerando que viajas con frecuencia y representas a nuestro país en el extranjero, ¿cómo percibe el público extranjero nuestras danzas? ¿Qué es lo que más destaca?
Si interpretas una verdadera obra maestra, siempre será recibida con entusiasmo. Los extranjeros aprecian mucho nuestro folclore porque el vocabulario de la danza kazaja es incomparable. Las culturas de otros países pueden ser más locales y limitadas, pero la nuestra es rica, multifacética y se ha desarrollado en diversas direcciones. Por eso, nuestras danzas resultan vibrantes y ricas para el público extranjero; perciben su profundidad. Actuando en prestigiosos festivales desde Turquía y Alemania hasta Japón y Francia, los artistas kazajos confirman que la danza nacional es capaz de competir a nivel mundial y, al mismo tiempo, conservar la memoria cultural. ¿Qué perspectivas, en su opinión, tiene la coreografía nacional en el contexto de la integración cultural global?
- La danza kazaja tiene un gran potencial de crecimiento y de acceso a la escena internacional. Pero para lograrlo, es importante no aislarse, sino viajar constantemente al extranjero, presentar su arte y aprender cosas nuevas. Los artistas no pueden quedarse en un solo lugar; solo compartiendo experiencias y actuando en el extranjero pueden desarrollar su imaginación, enriquecer sus repertorios y surgir nuevas visiones. Por supuesto, el apoyo gubernamental también es esencial: sin un apoyo sistemático a conjuntos y proyectos, popularizar la coreografía nacional será mucho más difícil. Sería maravilloso que se celebrara anualmente un concurso nacional para la mejor producción de danza nacional entre todos los conjuntos del país, con el Ministerio de Cultura e Información supervisando este proceso y descubriendo nuevos talentos.
Parece que, gracias a su experiencia y visión única sobre el escenario, ha hecho realidad todas sus ideas creativas. ¿O aún hay números y producciones que les gustaría realizar pero aún no han realizado?
- Por supuesto, tenemos grandes planes y muchas ideas. Todo esto se hará realidad en cuanto haya fondos suficientes. Para mí es importante que cada proyecto esté bien pensado y perfeccionado, de modo que las ideas creativas esperen su turno y los recursos para hacerse realidad.
Para concluir, me gustaría añadir que la danza nacional en Kazajistán ya no se limita al escenario; se está convirtiendo en parte de una estrategia cultural más amplia en la que el arte conecta generaciones, fortalece la identidad y tiende puentes con el mundo.